Recuerdo cuando empecé a estudiar en el Conservatorio Superior. Todo era muy nuevo y asombroso, te ves inmerso en un ambiente «frikiflautico». Pues bien, había varias personas con las que alucinaba y que siempre se tienen como referencia.
Hace unas semanas leíamos la entrevista a Ana Naranjo y esta semana Francisco López (flauta en la Ópera de Gotemburgo, en Suecia) nos cuenta sus experiencias musicales. ¡Espero que os guste!
- ¿Cómo empezaste en el mundo de la música?
Recuerdo cómo entré en el Consevatorio de Plasencia, mi ciudad natal. La profesora de música del colegio me dio una nota para que se la entregara a mi madre, en la que decía que quería verla personalmente. Cuando yo leí la nota intenté esconderla porque pensaba que seguramente algo habría hecho mal. Nunca tuve fama de ser un niño muy bueno en el colegio. Finalmente la nota llego a manos de mi madre y decidieron llevarme a hacer las pruebas del conservatorio. Mi madre me contó que la profesora de música me encontraba siempre durante los recreos colándome en el aula de música y tocando todos los instrumentos que tenían allí.
El resto te lo puedes imaginar: hice la prueba de aptitud musical y tuve la suerte de poder elegir el instrumento que quisiera. De todos ellos el que más me gustó fue la flauta, y estoy seguro de que fue por cómo Juanjo Hernández hizo la demostración. Él fue mi profesor y el que hizo que realmente le cogiera el gusto a la flauta.
- ¿Qué es lo más curioso que te ha ocurrido en tu carrera musical?
Me han ocurrido muchas cosas más o menos curiosas, es difícil acordarme sólo de una.
También hubo un par de años en los que me dediqué junto con mi hermana a tocar en verbenas de verano. Ella cantaba y yo tocaba el teclado y a veces la flauta. Una noche mientras tocaba el teclado, un tipo se subió al escenario y agarró mi flauta con la intención de llevársela. Tuve tiempo para reaccionar y no pasó nada. Pero no tardé mucho tiempo en abandonar el mundo de las verbenas.
Durante los años del superior en Zaragoza, toqué Jotas a un nivel muy profesional con el grupo «Nobleza Baturra» y también algo de flamenco con el grupo «La Querencia». Las dos fueron experiencias muy enriquecedoras.
- ¿Cómo ves el panorama musical actual?
Si te refieres al panorama musical en el que vivo aquí en Suecia lo veo estupendamente. Creo que la sociedad sueca ha sabido encontrar un buen equilibrio entre tradición musical y adaptarse a las demandas de la sociedad actual. Las orquestas no tienen muchos reparos en tocar conciertos con cantantes pop, o incluso tocar musicales y participar en infinidad de conciertos y talleres para niños. Hace un mes hicimos en la ópera de Göteborg un proyecto muy interesante en el que tocábamos la banda sonora de «Frozen Planet», un documental sobre la vida salvaje en los polos de la BBC, y teníamos una pantalla detrás reproduciendo el vídeo. Fue un gran éxito, así que lo repetiremos en Febrero. Este tipo de proyectos, sin olvidar por supuesto la tradición de la música occidental, te llevan a encontrar un buen balance entre actualidad y tradición. Por supuesto hay orquestas, como Gothenburg Symphony, que tienen una gran tradición (más de un siglo) en la que han contado con directores como Grieg, Sibelius o Nielsen, los cuales forman parte de la historia de la música occidental. Este tipo de orquesta se dedica más en profundidad a lo que conocemos como el repertorio clásico tradicional.
Este hecho es bastante importante si lo comparas con la realidad de los auditorios y teatros de España, donde el común de los mortales se queda con las ganas de ver la mayoría de los conciertos y óperas.
Por lo general, creo que la tradición española de orquestas y óperas es bastante joven y eso hace que la música no haya llegado a todas partes. Hay mucha gente que aún no sabe reconocer los instrumentos de la orquesta e incluso van a los conciertos con total desconocimiento de lo que van a escuchar. El teatro musical realmente ayuda a llegar a todos los públicos y a despertar su curiosidad. Es más sencillo llegar a la gente contando una buena historia. Alemania es un claro ejemplo de lo que digo. El número de óperas es considerablemente mayor que el de orquestas sinfónicas. Hay pueblos muy pequeños que tienen un teatro en el que se representan óperas cada semana.
La música clásica aún no ha calado en nuestra sociedad, y es nuestro deber enseñar a escuchar tanto a niños como a adultos.
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